Oda a los últimos 4 años

Oda a los últimos 4 años

Per Carmen Seijas

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***English Bellow***

Según mi visión personal el año comienza y termina mil veces a lo largo de los 365 días que contiene.

Las oportunidades de romper ciclos se presentan cada vez que un patrón se repite. 

Pero ese finalizar y transmutar, ese dejar ir es siempre solitario e individual, así que me gusta mucho sumarme al sentir colectivo de finalizar el año, porque es bonito empezar algo todas juntas, compartir la sensación de dejar ir, la esperanza y la pagina en blanco. 

En este principio de año no pude evitar pensar en los últimos 4 años, sentí que mi ciclo no cerraba 365 días si no 1461 días. Quizás es el hecho de que este año es bisiesto que evoca este sentir.

Sea lo que sea mi interior quiso pensar en esos 4 años.

4 años de cambios, de finales y de comienzos, de triunfos y derrotas. Han sido años de catarsis personal, romper con viejas visiones de mi misma, rupturas que se sintieron como si me rompiesen desde adentro, y con esa destruir lo viejo, mi cuerpo, mente y alma se torciesen en la violencia de volver a nacer. Ese renacer trajo luto. Siempre se idealiza el dejar ir, crecer y expandirse pero no existe eso sin la explosión de destrucción de tu anterior yo, un yo con el que nos identificamos y que se siente como un adiós a algo muy profundo. 

Recuerdo el día en que me di cuenta que estaba de luto, estaba llorando bajo la lluvia y miré al cielo, de repente lo vi todo claro, aunque quería cambiar y me sentía preparada para expandirme a una versión mejor de mi misma, años atrapada en antiguas visiones habían convertido esa antigua yo en una amiga y compañera, dejarla ir era doloroso y me llenaba de miedo ante el misterio de quien sería yo sin mis patrones antiguos, sin mis miedos.

El tiempo y la paciencia es lo único que sanó ese sentir, dejar ir la prisa, el querer ser adecuada, perfecta, amar cada resistencia y cada fallo, observar mi errar con cariño. 

Las herramientas crecieron, las practicas se afianzaron, el permiso para sentir fue dado, donde pensé que solo había miedo pude ver mi enfado original, lo sentí, lo exploré. Sentí que el ciclo de 4 años se expandía a 8, a 10, a 36, a la raíz de mi existencia. 

Abría la puerta a mi niña interior, a mi adolescente, a mi yo de 23 años, a todas en circulo. 

Abracé lo que antiguamente se consideró “raro” en mi, y me di cuenta que el critico no era externo, que yo misma lo creía. 

Vi mi responsabilidad emocional conmigo misma, y esto me lleno de poder, decidí comprenderme en lugar de continuar siendo un misterio para mi misma.

Y aunque el crecer, las catarsis, los cambios, son eternos y el camino sigue creciendo ante mi, dentro de mi siento un cierre, un ciclo que termina y otro nuevo que comienza.

Sin expectativas por lo que vendrá y con perspectiva a lo que fue decido decir adiós y agradecer todo lo que me ha acompañado hasta donde estoy ahora. Doy gracias a las luces y a las sombras, a los caminos rectos y a las curvas, doy gracias a la catarsis y al renacer.

Y sobretodo me doy gracias a mi misma por permitirme ser.

*** English***

According to my personal vision, the year begins and ends a thousand times throughout the 365 days it contains. Opportunities to break cycles present themselves every time a pattern repeats itself.

But that ending and transmuting, that letting go is always solitary and individual, so I really like to join the collective feeling of ending the year, because it is nice to start something all together, share the feeling of letting go, the hope and the feeling of white canvas in front of us.

This year I couldn't help but think about the last 4 years, I felt that my cycle did not close 365 days but 1461 days. Perhaps it is the fact that this year is a leap year that evokes this feeling.

Whatever it was, my insides wanted to think about those 4 years.

4 years of changes, of endings and beginnings, of triumphs and defeats. They have been years of personal catharsis, breaking with old visions of myself, breakthroughs that felt like they were breaking me from the inside and my body, mind and soul were twisted in the violence of being born again. That rebirth brought mourning. Letting go, growing and expanding is always idealized and romanticized but that does not exist without the explosion of destruction of our previous self, a self with which we identify and that feels like a goodbye to something very deep.

I remember the day I realized I was in grieving, I was crying in the rain and I looked at the sky, suddenly I saw everything clearly, although I wanted to change and I felt ready to expand into a better version of myself, years trapped in old visions had turned that old me into a friend and companion, letting her go was painful and filled me with fear at the mystery of who I would be without my old patterns, without my fears.

Time and patience is the only thing that healed that feeling, letting go of the rush, wanting to be adequate, perfect, loving every resistance and every failure, observing my mistakes with love.

With time the tools grew, the practices rooted into my daily existence, the permission to feel was given, where I thought there was only fear I could see my original anger, I felt it, I explored it. I felt that the 4-year cycle expanded to 8, to 10, to 36, to the root of my existence.

I opened the door to my inner child, to my teenager, to my 23-year-old self, to all of them in a circle.

I embraced what was once considered “strange” in me, and I realized that the critic was not external, that I believed it myself.

I saw my emotional responsibility to myself, and this filled me with power, I decided to understand myself instead of continuing to be a mystery to me.

And although the growth, the catharsis, the changes are eternal and the path continues to grow before me, within me I feel a closure, a cycle that ends and a new one that begins.

Without expectations for what will come and with perspective on what was, I decide to say goodbye and be grateful for everything that has accompanied me to where I am now. I give thanks to the lights and the shadows, to the straight paths and the curves, I give thanks to catharsis and rebirth.

And above all I give thanks to myself for allowing me to be.

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